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La participación italiana en la toma de Málaga

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A finales de 1936 la guerra civil se libra en torno a Madrid. El frente alrededor de  la capital de España se estanca, no habiendo avances ni retrocesos importantes para ninguno de los dos contendientes. El Frente Central, por tanto, está teóricamente tranquilo y se prevén operaciones en otras zonas.
Durante el mes de diciembre de 1936 habían llegado al puerto de Cádiz las primeras tropas italianas mandadas por Mussolini con el fin de desbloquear la situación bélica en favor de los nacionales.
La dirección de la contienda realizada por Franco desata la intranquilidad italiana y alemana, que quieren un fin rápido del conflicto en el que tengan protagonismo sus tropas, sus materiales y sus novedosas tácticas militares.
Se acordó que las tropas italianas actuaran como fuerza independiente bajo el mando de un general italiano que respondiera directamente ante Franco, con la misión de realizar una acción decisiva que contribuyera a que la guerra se decidiera, gracias a las tropas italianas, del lado de los sublevados.
Tras barajar varias opciones, la acción que se decidió acometer por parte del gobierno de Mussolini fue la toma de la ciudad de Málaga, con el fin de proporcionar un puerto de mar próximo a Italia. (1)
El mes de febrero de 1937 se inicia con el preludio de dos campañas militares muy notables en el devenir posterior del conflicto; la toma de Málaga por los nacionales y la batalla del Jarama en Madrid.
Estas operaciones se complementarán, durante estos días, por combates menores y escaramuzas en el Frente Norte y en el Frente de Levante. A finales de este mismo mes se acuerda, entre los mandos militares italianos y nacionales, la ofensiva sobre Málaga, bajo la dirección del Queipo de Llano. Se pretendía ofrecer de esta forma una fácil e importante victoria a las recién llegadas tropas italianas.(2)

Por su parte, Franco veía una ocasión perfecta para comprobar el valor y la capacidad de las tropas fascistas (3) . Los italianos, a su vez, tenían las intenciones antes mencionadas para llevar a cabo esta ofensiva.
A pesar de la debilidad de la defensa republicana de Málaga, esta no había sido conquistada por no entrar en los planes estratégicos del bando franquista. Pero ahora, con el Frente Central inmóvil, volvían sus miradas hacia Málaga.
El puerto de esta ciudad podría ser útil para conectar la Península Ibérica con el Marruecos español y con Mallorca, quitándole además a la armada republicana una importante base. La toma de Málaga significaría también aliviar el cerco republicano sobre Granada y podría ser la base de operaciones desde donde iniciarían los italianos sus avances. (4)
Con esta victoria rápida Franco deseaba, además de que se estrenaran los recién llegados italianos, compensar a las tropas nacionales del fracaso en la conquista de Madrid, que seguía asediada. (5)

La ofensiva sobre Málaga
Franco llega a Sevilla el 3 de febrero de 1937 y se entrevista con Queipo de Llano, al mando del Ejército del Sur. Juntos perfilan el plan para conquistar Málaga (6) . El día anterior las columnas nacionales habían roto el Frente desde Ronda, siendo contenidas por los republicanos en la Sierra de las Merinas.
Este ataque, junto a algunos bombardeos navales sobre la costa malagueña, constituye el preludio de la ofensiva final sobre Málaga.
Para la operación se contaban con las tropas del Ejército Sur de Queipo de Llano, con el apoyo de la Legión Cóndor, con base en Armilla (Granada), que ya bombardeaba los cargamentos soviéticos que se dirigían a Cartagena, con el apoyo naval de la flota y, por supuesto, con las tropas fascistas recién llegadas de Italia.
Gabriel Jackson señala la dificultad de coordinar tanto a alemanes como a italianos y como estos querían un frente separado de los nacionales, con su propio mando (7) . De hecho, según la interpretación que hace Nadal (8) de la publicación de Sanz y Tusell de los telegramas de la Misione militare italiana in Spagna (9) queda claro, para este autor, como al fin gana la idea italiana de guerre celerre frente a las tesis de Queipo y de Franco de realizar una acción militar escalonada. Según la misma fuente la voluntad italiana vence al formarse las banderas con tropas totalmente italianas y no mixtas como pretendían los mandos nacionales.
El General Queipo, al que le tocaba el mando máximo de toda operación en esta zona, sólo discutía con el general italiano Roatta el papel de las tropas españolas.
Además, siguiendo aún esta fuente, los italianos no daban importancia a las operaciones nacionales y negaban a estos las peticiones de Queipo, o del mismo Franco, de tropas o material.
La fuerza que se destina a esta operación se organiza en seis columnas nacionales mandadas por el coronel Borbón, duque de Sevilla:
•    La columna denominada Algeciras, al mando del coronel Borbón, que seguiría la dirección Marbella-Fuengirola-Málaga.
•    La Columna Antequera, con la dirección Antequera-Valle de Abdalajís-Álora.
•    La Columna Ronda, con la  del Burgo-Yunquera-Coín.
•    La Columna Peñarrubia, que seguiría la línea Peñarrubia-Ardales-Álora.
•    La Columna Archidona, por Archidona-Villanueva de Cauche.
•    Por último, la Columna Alhama con una misión sin concretar en dicha localidad.

Según Jackson estas fuerzas estaban compuestas por un total de 10.000 moros y unos 5.000 requetés. (10)
Por su parte, la fuerza italiana estaría integrada  por nueve batallones, a los que pertenecían unos 10.000 soldados italianos del Corpo Truppe Volontarie (CTV) (11) mandados por el general Mario Roatta, que además funcionaba como jefe de los Servicios Secretos de Espionaje de Italia en territorio español.
Sus más importantes oficiales eran el coronel Emilio Faldella, jefe de su Estado Mayor, y el coronel Rossi, que comanda de forma directa las tropas fascistas.
Le apoya una fuerza aérea legionaria de entre 67 y 100 aviones (12) y carros modernos Fiat, Lancia e Isota Fraschini.
Según una reciente publicación, el apoyo aéreo a la ofensiva sobre Málaga se concretaría en 12 Savoia SM.81, 10 Romeo Ro.37 y 30 Fiat italianos, a los que se sumaban 12 Breguet XIX y  3 Fiat españoles con base en Sevilla y Granada. (13)
Según esta misma fuente la ayuda italiana se ampliaría por el mar con la llegada, remolcadas por el destructor Da Verazzano, de cuatro lanchas torpederas. (14)
Las tropas italianas se dividieron en cuatro columnas:
•    Por el noroeste la columna al mando del coronel Rivolta con la misión de seguir el itinerario Antequera-Almogía-Málaga.
•    Por el centro el general Rossi siguiendo la dirección Loja-Villanueva de Cauche-Colmenar.
•    Por el noreste el coronel Guassardo que, desde Alhama, llegaría a Ventas de Zafarraya y a Vélez-Málaga.
•    Mientras, una columna de reserva al mando del coronel Salvi actuaría de forma desarticulada en la zona de Villanueva de        Tapia. (15)
Las maniobras serían apoyadas desde el mar por una escuadra nacional formada por los cruceros Baleares y Canarias, los mejores y más modernos buques de toda la marina española, y el Velasco. (16)
El día 3 se inician las operaciones militares con el objetivo directo de la ciudad de Málaga. El general Manzini dirige a los italianos desde su cuartel general instalado en Antequera, mientras que Queipo de Llano se instala en Algeciras para supervisar el avance de las tropas españolas. Las tropas nacionales inician este día su avance por la costa  y llegan a las inmediaciones de Ojén. Mientras, los italianos están listos para avanzar.
Franco se desplaza a Sevilla con la intención, según Paul Preston, de “ocultar su ignorancia y dar la impresión de un control total de los acontecimientos” (17) , cuando las tropas italo-españolas se encontraban ya en marcha cerrando el círculo en torno a Málaga.
De hecho ese mismo día 4 de febrero comienza la gran ofensiva. El Ejército nacional ocupa Ojén y su avance continúa en la zona de Alhama de Granda, mientras que los barcos nacionales bombardean el litoral malagueño desde Fuengirola hasta la carretera de Málaga.
Por su parte, las tropas italianas se unen a las del Duque de Sevilla para repeler un intento de contraofensiva republicana, que es fácilmente derrotado. El avance de las tropas hace cundir el pánico en el campo malagueño y miles de habitantes de la provincia huyen hacia la capital, dónde el caos organizativo y la falta de suministros y víveres es patente. (18)
Ese mismo día Franco visita el frente y, a la mañana siguiente, el día 5 de febrero, se reúne en Antequera con Queipo de Llano y el general Roatta. La conclusión de la reunión es que la victoria está en camino y Franco regresa a Salamanca, vía Sevilla, con el fin de supervisar una nueva ofensiva sobre Madrid. (19)
El día 5, a las seis y media de la mañana, comienzan los combates con el bombardeo artillero de la Legión extranjera italiana. Las tropas italianas se dirigen al puerto de Zafarraya, dónde los combates serán duros. También encontrarán férrea resistencia en el puerto de Los Alazores, dónde el coronel Villalba, al mando de la defensa de Málaga, había enviado un batallón de reserva.
Hasta las dos de la tarde los carros de combate italianos no abren una brecha, tomando luego el núcleo de Boca del Asno alcanzando las fuerzas italianas la localidad de Villanueva de la Concepción. Aún con la victoria sobre sus oponentes en esta zona, a las tropas italianas les llega la noche sin alcanzar muchos de los objetivos previstos. (20)
Ante estas noticias cunde el pánico en la ciudad de Málaga y las tropas nacionales al mando del coronel Borbón ocupan Fuengirola y, según el historiador Gabriel Jackson, los 40.000 milicianos al mando de Villalba son desbordados. (21)
La columna Borbón por el oeste y las italianas de Antequera, Loja y  Alhama avanzan inexorablemente hacia Málaga. Entre el bombardeo el caos se adueña de la ciudad.
El día 6 los italianos, haciendo buen uso de la motorización, la artillería ligera y los lanzallamas, que aparecen ahora por primera vez, alcanzan los altos del puerto de Zafarraya, puerto desde dónde se domina la ruta hacia Almería. La resistencia de los milicianos, en un terreno que resultaba favorecedor para los defensores, resultó más dura de lo esperado.
En esta zona el general Manzini caería herido (22). La columna italiana de proveniente de Alhama toma La Viñuela y la del centro los núcleos de Alfarnate, Alfarnatejo y Colmenar, avanzando así 7 kilómetros al sur y deteniéndose ante el Puerto del León, fuertemente fortificado. A su vez, la columna que proviene de Antequera bate las posiciones republicanas del Torcal, cerca de esta ciudad, ocupa Villanueva de la Concepción y alcanza Almogía.
De forma simultánea los nacionales, desde Fuengirola, llegan a posiciones desde las cuales aguardarían al resto de las demás columnas nacionales para entrar juntas en la ciudad.
Las autoridades republicanas, encabezadas por el director de la defensa, huyen de Málaga a Nerja y, entre los bombardeos, gran parte de la población, de los refugiados en Málaga y de los defensores se encaminan hacia Almería, por la carretera de este mismo nombre, en una penosa huída. Según Jackson (23) son unas 100.000 personas las que inician este camino, según otras fuentes serían un número cercano a las 50.000.
Desde buques nacionales y alemanes se efectúan disparos sobre los refugiados, causando un gran número de víctimas y constituyendo uno de los hechos más graves de la Guerra Civil, cuyo estudió requeriría muchas más páginas. Para hacernos una idea de los hechos podemos consultar el testimonio del médico canadiense Norman Bethune. (24)
El día 7 de febrero las tropas nacionales habían roto completamente las líneas defensivas republicanas: el camino hasta Málaga permanecía abierto.

La toma de Málaga

Málaga amanece con sol el día 7 de febrero. Va a ser el día decisivo en el que se producirá la toma de la capital malagueña. A las nueve de la mañana aviones nacionales bombardean la ciudad y las cañadas por las que pretendían retirarse los milicianos derrotados días antes.
Por la noche los cruceros Baleares, Canarias y Velasco se posicionan a la altura de la localidad granadina de Motril, desde donde siguen bombardeando para entorpecer la huída hacia a Almería.
Cae Vélez-Málaga a cargo de la Columna Alhama. La columna de Loja, tras combatir en el Puerto del León, llega a las afueras de la ciudad. La de Almogía también  llega por su lado también a los arrabales. (25)
El repliegue republicano es  un desastre y solo lo cubren dos batallones de comunistas, mientras toda autoridad está en huida y los nacionales recogen ingentes cantidades de material.
El día 8, a las siete y media de la mañana, las tropas nacionales al mando del coronel Borbón penetran en el barrio de Huelin por la carretera de Torremolinos y cruzan el río Guadalmedina, entrando en el centro de la ciudad tras derrotar algunos conatos de resistencia.
A las 9:30 los cañoneros Cánovas del Castillo y Canalejas penetran en el Puerto, en una acción totalmente insólita en la que dos buques de guerra toman una ciudad. El Canalejas se haría cargo del buque-prisión republicano Marqués de Chávarri dónde estaban encarceladas unas 300 personas.
Mientras, las columnas de Antequera y de Loja dominan el barrio alto de la ciudad y a las dos de la tarde el Duque de Sevilla desfila a caballo por las calles de la ciudad, seguido de camisas azules y moros.
Las tropas italianas entran en Málaga por otros puntos: la columna Rossi, que provenía de Colmenar, entra por la carretera homónima por el noreste de la ciudad y la columna al mando del coronel Rivolta entra por el barrio del Perchel a las 12:30 de la mañana.
Las tropas nacionales habían entrado en primer lugar en la ciudad, para lo que tuvieron que realizar una carrera llena de obstáculos por la costa, al estar siempre rezagadas con respecto a los avances de las columnas italianas.
El peso de la ofensiva, y así coinciden la mayoría de las fuentes, fue llevado por las tropas legionarias italianas. Sin embargo, la prensa y las autoridades nacionales silenciaron la presencia de estas tropas en la ofensiva sobre Málaga (26) , y generalmente en la contienda, primero por las repercusiones que podría tener en el contexto internacional y, después, por no reconocer que la victoria se debió, casi prácticamente, a la ayuda italiana.
Podemos afirmar que la caída de Málaga se debió, principalmente, a los fuertes contingentes italianos, entre los que destacaban las unidades motorizadas y su aviación, unido a la falta de preparación, organización y unidad de los defensores republicanos. (27)
Durante esta breve campaña los italianos pusieron en práctica su táctica de guerre celere, que dependía en buena parte de las columnas motorizadas que avanzaban a gran velocidad, usando como punta de lanza las autoametralladoras.
El avance de las tropas se limitaba a las carreteras, dejando los flancos sin vigilancia y confiando el éxito del avance a la rapidez del mismo y a la desorganización del enemigo, hechos que llevaron en el caso de Málaga al éxito de la táctica. (28)
Así, Mussolini creyó que la táctica constituía todo un éxito, sin que los mandos italianos tomaran buena nota de las deficiencias tácticas y estratégicas de la guerra celere, que pusieron en grandes dificultades a las tropas italianas en las siguientes batallas en las que tomaron parte.
En el contexto global de la guerra la ofensiva sobre Málaga fue un rotundo éxito para las tropas nacionales, ya que el frente se acortó 240 km., se consiguió controlar un puerto mediterráneo, se reforzó la moral de los sublevados y de sus aliados italianos, frente al golpe que supuso a los republicanos, y se tomaron 10.000 prisioneros. (29)
Las tropas italianas cerraron la operación con 131 fallecidos (30) , según unas fuentes, y 9 oficiales y 85 soldados fallecidos según otras. (31)
Los italianos aportaron a la caída de Málaga aproximadamente el 75% de la aviación participante, casi el 50% de las tropas no motorizadas, así como la infantería motorizada más avanzada de la época. (32)
Desde el punto de vista político la ofensiva, desde el mismo momento de su planteamiento y su planificación, supuso todo un “tira y afloja” constante entre Franco y los mandos de las tropas italianas, con conexión directa con Mussolini y Ciano en Roma.
Esta relación tormentosa, entre dos aliados que querían imponer sus puntos de vista estratégicos y llevarse, cada uno por separado, las mieles de la victoria, se saldó con una contundente victoria italiana, ya que dirigieron la ofensiva bajo sus preceptos tácticos y casi sin el concierto de los mandos nacionales, como muestran las obras de Preston y Jackson anteriormente citadas.
Esta situación continuó tras la entrada de las tropas hispano-italianas en las calles de la ciudad. Por un lado, los nacionales ignoraban la participación italiana en sus órganos de comunicación (33) y, por otro, los italianos monopolizaban el éxito y lo usaban como arma propagandística.
Ejemplo paradigmático de esta situación es el telegrama que Roatta, al mando de las tropas italianas, manda a Franco tras la toma de la ciudad: “ Las tropas bajo mi mando tienen el honor de entregar la ciudad de Málaga a Su Excelencia”. (34)
La noticia de la toma de Málaga fue recibida por Franco con fingido desinterés ante  “su humillante subordinación a Mussolini” (35) y el hecho de que la prensa internacional atribuyese el triunfo a éste. (36)
También la prensa del bando republicano acentuaba en sus portadas el papel de las tropas italianas. Así, los titulares de las portadas de Mundo Obrero y del ABC de Madrid eran los siguientes: “Los extranjeros nos han robado Málaga”  (37) y “ Málaga, dispuesta a una resistencia heroica, ha caído en poder de los traidores merced a los procedimientos más innobles, con la complicidad de las potencias fascistas”. (38)
Con la caída de Málaga en manos de los nacionales se inicia la cruel e indiscriminada represión sobre la población malagueña de la que algunos autores dan números y datos escalofriantes (39),  lo que acentuó el desencuentro entre los aliados, ya que los italianos temían ver ensombrecida su victoria.
La preocupación italiana llegó hasta el mismo Ciano, que pidió al embajador italiano en España que se desplazara hasta Málaga para comprobar in situ la realidad de la situación. (40)
Así mismo, el cónsul italiano en Málaga, Tranquillo Bianchi, pudo salvar a varias personas, gracias a que hizo lo propio cuando la ciudad se encontraba en manos republicanas (41).  Por su parte, el general Roatta escribió al nuevo embajador italiano en España, Roberto Cantalupo, para comunicarle que “tenía órdenes de tratar a sus prisioneros con humanidad y que temían entregárselos a los españoles”. (42)
Mientras, las fuerzas aeronavales nacionales, junto a buques de guerra alemanes, bombardeaban a los refugiados que huían de Málaga en dirección a Almería y el embajador italiano se entrevistaba con Franco con la instrucción de tratar con él el tema de las ejecuciones en la ciudad de Málaga, ya que constituía “una cuestión moral que afectaba a la reputación de España e Italia”. (43)
En el encuentro el general Franco le transmitió al embajador que Málaga era una ciudad intensamente “roja”, que los tribunales habían sido rigurosos y reconocía, o al menos así se lo hizo ver al embajador, que no estaba en condiciones de controlar los tribunales locales, sugiriendo que sólo la Iglesia podía moderar las actitudes vengativas que se daban en Málaga. (44)

Se iniciaba de esta forma una nueva etapa en la historia de la ciudad, la de la Málaga franquista, en la que el horror, el hambre y la instauración de un nuevo régimen político con unas características muy particulares serán  los elementos fundamentales entre los que los malagueños deberán vivir sus día a día.

Cristóbal Villalobos Salas

Escritor e historiador

www.cristobalvillalobos.com

Índice de imágenes según orden de aparición en el artículo:

1. Cartel republicano en contra de la participación italiana a favor del bando franquista. (Fotografía de N. Alcalá)

2. Aviones de combate sobrevuelan el centro de la ciudad de Málaga.

3. Gonzalo Queipo de Llano, al mando del Ejército del Sur, amenaza a los republicanos andaluces en uno de sus famosos dircursos radiofónicos.

4. Artillería italiana.

5. El coronel Borbón, al mando de las tropas nacionales que toman Málaga, entra en la ciudad.

6. Refugiados regresan a la ciudad tras la toma de ésta por la trágica carretera de Almería. (Fotografía Legado Temboury)

7. Tropas franquistas e italianas desfilan por la malagueña calle Larios tras obtener el control de la ciudad.

NOTAS

[1] PRESTON, P.: Franco, caudillo de España. Barcelona. RBA, 2005, pág. 247.

[2] NADAL, A.: Guerra Civil en Málaga. Málaga. Arguval, 1985, pág. 398.

[3] PRESTON, P., op.cit, pág. 248.

[4] MURIAS, C., CASTAÑÓN, C. y MANRIQUE, J.M.: Militares italianos en la Guerra Civil Española. Italia, el fascismo y los voluntarios en el conflicto español. Madrid. La Esfera de los Libros, 2010, pág. 62.

[5] JACKSON, G.: La República Española y la Guerra Civil. Barcelona. RBA, 2005, pág. 302.

[6]  PRESTON, P., op.cit, pág. 249.

[7]  JACKSON, G., op.cit, pág. 302.

[8] NADAL, A., op.cit, pág. 399.

[9] SANZ, I. y TUSSELL, J.: Fascistas en España: la intervención italiana en la Guerra Civil a través de los telegramas de la “Missione Militare Italiana in Spagna” (15 diciembre 1936-31 marzo 1937). Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, 1981.

[10] JACKSON, G., op.cit, pág. 303.

[11]  Ibidem.

[12]  NADAL, A., op.cit, pág. 391.

[13]  MURIAS, C., CASTAÑÓN, C. y MANRIQUE, J.M., op.cit, pág. 62.

[14]  Ibidem.

[15]  Para más información sobre la composición de estas columnas ver RAMOS HITOS, J.A.: Guerra Civil en Málaga, 1936-1937: revisión histórica. Málaga. Algazara, 2003, págs. 483-488.

[16]  V.V.A.A.: “La primera batalla moderna se libra en el Jarama. Febrero de 1937” en La Guerra Civil mes a mes, Tomo 10. Madrid. Unidad Editorial, 2005, pág.  63.

[17]  PRESTON, P., op.cit, pág. 249.

[18]  V.V.A.A., op.cit, pág. 65.

[19]  PRESTON, P., op.cit, pág. 249

[20]  V.V.A.A., op.cit, pág.  67.

[21]  JACKSON, G., op.cit, pág. 303.

[22] RAMOS HITOS, J.A., op.cit, pág. 494.

[23]  JACKSON, G., op.cit, pág. 303.

[24]  BETHUNE, N.: El crimen del camino Málaga-Almería : relato con documentos gráficos reveladores de la crueldad fascista. Málaga. Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2007.

[25] RAMOS HITOS, J.A., op.cit, pág. 500.

[26]  NADAL, A., op.cit, pág. 398.

[27]  Idem. pág. 403.

[28]  MURIAS, C., CASTAÑÓN, C. y MANRIQUE, J.M., op.cit, pág. 66.

[29]  Idem. pág. 67.

[30]  RAMOS HITOS, J.A., op.cit, pág. 513.

[31]  MURIAS, C., CASTAÑÓN, C. y MANRIQUE, J.M., op.cit, pág. 66.

[32]  NADAL, A., op.cit, pág. 404.

[33]  Por ejemplo en el ABC de Sevilla  de estos días no se hace ninguna referencia a la participación italiana en la ofensiva y toma de Málaga.

[34]  SANZ, I. y TUSSELL, J., op.cit, pág. 130.

[35]  PRESTON, P., op.cit, pág. 250.

[36]  Ibidem.

[37] Mundo Obrero, 10-02-1937.

[38]  ABC de Madrid, 10-02-1937.

[39]  Ver, por ejemplo, PRIETO BORREGO, L. y BARRANQUERO TEXEIRA, E.: Población y Guerra Civil en Málaga: caída, éxodo y refugio. Málaga. Diputación Provincial de Málaga, 2007.

[40] CANOSA, R.: Mussolini e Franco. Amici, alleati, rivali: vite parallele di due dittadori. Milán. Mondadori, 2008, pág. 146.

[41]  MORAL RONCAL, A.M.: “El asilo consular en Málaga (1936-1937): la gestión diplomática de Porfirio Smerdou”, Jábega, 91, (2002), pág. 114

[42] JACKSON, G., op.cit, pág. 304.

[43]  Ibidem.

[44]  CANTALUPO, R.: Fu la Spagna. Milano. Mondadori, 1948, págs. 131-137.


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